“El deporte tiene la fuerza para transformar el mundo” había dicho Nelson Mandela ya hace más de 20 años. Por muchos años hemos visto que esto es cierto, aunque de manera parcial. El deporte tiene un poder enorme, pero es el evangelio que cambia y transforma para la eternidad. ¿Hay una forma de combinar el deporte y el evangelio?
Como Deporvida estamos convencidos que el deporte es una herramienta fundamental para la expansión del reino de Dios, de manera especial entre los niños y jóvenes. La iglesia es parte de una comunidad en la cuál está inmersa y el deporte puede ser ese nexo. Especialmente una escuela deportiva, ya sea de fútbol, handball, basquet, voley, etc. crea vínculos fuertes con los niños y por ende también con los padres. Una escuela deportiva une los 3 componentes que amamos de una manera muy especial:
El deporte – Es la herramienta. Es lo que convoca, atrae y apasiona. Un programa deportivo crea oportunidades de formar al joven deportista de una manera integral. Al desarrollarse en una plaza o un campo de juego, rompe con varias barreras que existen entre la iglesia y la comunidad.
La comunidad – Es el entorno de la iglesia y de la escuela deportiva. Son los chicos y los padres a quienes buscamos servir y amar a través del deporte. Necesita del evangelio y de la iglesia por más que lo niegue en algunos casos.
La iglesia – Es instituida y enviada por Jesús mismo. Cada iglesia se encuentra dentro de su comunidad con la orden de Jesús de ser testigos y hacer discípulos.
Una escuela deportiva reúne estos componentes y ubica a la iglesia en una posición privilegiada para amar a su comunidad y encontrarse con ella en las canchas del barrio. Es por eso que como Deporvida estamos convencidos del impacto de la escuela deportiva.
Y vos, ¿ya tenés tu escuela deportiva?